martes, 14 de septiembre de 2010

Profanadores del Cementerio

Cuentan los más antiguos, que en este pueblo hace muchos años, aunque no tanto para que las personas ancianas no lo recuerden, había un matrimonio que tenía la costumbre de ir a todos los funerales de los alrededores, conocieran o no conocieran a los difuntos.
El hombre de regular edad y su señora demostraban mucho interés por ver, especialmente, a los muertitos. Averiguaban sus nombres que para estos efectos no vienen al caso, los dejaremos a la imaginación de las personas que lean estas leyendas mineras.
La idea de este matrimonio era ver dónde enterraban a los difuntos para después ir de noche a sacarles la ropita y venderla como ropa usada o cambiarla por papas, porotos, arvejas u otra cosa de comer por algún campo vecino, demás está decir que esto lo hacían con aquellos finados que eran enterrados con buena ropa, porque de lo contrario para ellos no valía la pena hacer el "trabajito".
Así fue que en cierta oportunidad vieron como era sepultada una niña muy buena moza que era en verdad de una familia muy pudiente y que la vistió con sus mejores galas para que fuera a encontrarse con san Pedro. El matrimonio en cuestión se dio cuenta de este detalle y de noche se dejaron caer para hacer su macabra labor de robar la ropa a la difunta.
Pero los hechos no acontecieron como siempre, ya que la madre de la niña desde ese momento comenzó a soñar con su hija la que en sus sueños de decía que tenía frío. Esto ocurrió durante varias noches y la familia que era muy creyente rezaba mucho, pero la situación y los sueños se repetían incansablemente; de ese modo la madre decidió solicitar permiso para ver por última vez a su hija ya que estaba muy angustiada y se dieron a la tarea de destapar la sepultura y el ataúd.
Al destapar la urna, cual no sería la sorpresa de los padres al ver a su hijita totalmente desnuda, sin la ropa que ellos le habían puesto para la sepultación, todo el pueblo se sintió acongojado con la situación, los padres dieron aviso a la policía.
Durante la misma noche la madre sueña con su hija, quien le dice los nombres de los profanadores de su sepultura. De ese modo los carabineros acuden a revisar la casa del matrimonio y grande fue la sorpresa e indignación de la familia, vecinos al ver como encontraban la ropa de la niña y de otros muertos, en casa de esta gente "tan poco cristiana".
De esta forma el mentado matrimonio de profanadores de tumbas fue hecho prisionero y condenado a prisión en la recién construida cárcel de la ciudad de Arauco.
Se cuenta que estuvieron algunos meses en la prisión y después lo soltaron. Desde aquel día nunca más se supo del hombre o la mujer tan malvados y de mal vivir con los pobres muertos

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